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Viacrucis hecho poesía

Viacrucis hecho poesía
Hoy es viernes santo, día largo de estomagos sonoros y caras largas.

Desde Alabamos os queremos proponer una lectura que pronto estará disponible también en digital. El autor es colaborador nuestro. Un hombre polifacético; ingeniero, maestro de las webs, y poeta.

Ya sabeís que los poetas sienten mucho y lo expresan muy bien. En este caso la suerte es para nuestra oración. Ya que podremos disfrutar de submergirnos en la realidad del calvario;

“Llorad, llorad, orad sin tregua,
no me duele el pecado ni la blasfemia caprichosa,
me duelen las corazas,
los odres polvorientos, la esclerosis de comprar
a mi Padre con las obras.”
(Cristal quebrado; octava estación; Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén.)


De la pasión;

“beber tu aliento de pecado: entrégame tu vida,
madera en movimiento torpe,
no me basta tu viruta,
te quiero a ti que eres viruta…”
(Cristal quebrado; segunda estación; Jesús carga con la cruz.)


y de la muerte;

“Yace en una Cruz abandonado,
en el fragor de este llover caliente y sudoroso,
un Cordero roto, tal fundida vela;
promesa de vapor en los destierros.”
(Cristal quebrado; duodécima estación; Jesús muere en la cruz.)


¿Cómo? tan solo el dejarse deslizar por esos versos nos harán viajar por las sagradas escrituras, recordándonos que ese momento es el centro de la historia de la salvación, es el chivo expiatorio, la esponja que absorbe los pecados y rebosa misericordia;

¿O acaso un día Padre, vendrás a recogerme?
Aborto sangriento soy, por tierra derramado
el gusano del Pecado coloniza mis arterias
y en el suelo dislocado mi paladar es seca teja.
(Cristal quebrado; Novena estación; Jesús cae por tercera vez.)


Profundo el sentir de sufrimientos que tantos padecieron. Y sobre todos esos tantos uno sobresale, aquél que cargó la cruz cuyo peso acumulaba la humanidad en su pecado. Qué profundo es el gesto. La metáfora hecha carne en una palabra viva abierta al misterio insodable como se abren sus heridas al acercarse a la muerte. Qué mejor forma de palpar esos dolores, junto al crucificado, que la de plasmar toda una meditada empatía en unos versos que no saben derrochar palabras.

Versos se pasean entre miedo “en las palomas sin nido de la noche” (Iª) vengativo “Serás David a Urías, Jonás bajo el ricino corrupta sabiduría en manos de Salomón.(XIª)“, obediencia “Soy la ceguera de Abrahán.”(IIIª) en la incomprensión “«Lázaro despierta» …y a mí, ¿quién me hará despertar?”(VIIª), lamentación “José me dio su manto, tu hoy nos das tu sangre que por tu cuerpo fluye, por tu desnudo cuerpo.”(Xª) y amor “Quiero abrazar una vez más tu cuerpo abierto”(Xª) incomoprendido “¿Por qué sabe el amor tan frío? (XIIª)”.

Ciertamente estos mencionados versos pierden su contexto y dejan de ser los mismos cuando se les saca del poema dónde nacieron. Por ello no menciono más. Pero con lo mencionado ya podéis vislumbrar el estilo.

De uno creerse culto, en materia bíblica, a serlo deberás, hay un paso. Es justamente el de entender cada reglón de los versos aquí pintados. Cada detalle alberga oro en su interior debido a que cada nueva lectura muestra lo que no mostró en la pasada.

Por suerte para el futuro lector, la explicación de los poemas y de las referencias se brinda inmediatamente después de cada una de las quince lecturas.

El autor tiene de astuto lo que tiene de joven y por ello busca en lo más profundo de su esencia, el sentido a este delirio. Sentido tiene, pero cuanto más nos acercamos a la escena más cuesta verlo. ¿Acaso María podía entender aquella muerte?

Este conjunto de poemas si uno trata de leerlos acaba sin querer rezandolos. Sin quizá ser la intención del autor, tanto fueron rezados por él que las horas orantes se reparten entre lectores como se repartieron los panes y los peces.

Esto justamente recuerda a la palabra viva de las sagradas escrituras. Debe ser que de tanto inspirarse en ellas ha conseguido extraer su Esencia, La Esencia. ¿Se puede aspirar a más?

Este estilo enrevesado y torpe sin duda se debe a intentar imitar lo que acabo de leer. Pero esta claro no he leído, he rezado.

La trascendencia impregna el verso porque el momento que narra ese narrador trascendente era para muchos el momento más importante de la humanidad.

No puedo más que recomendar este libro hecho para enjuagarse la boca de duros y profundos sentimientos mientras se lloran, viven y sienten esos versos.

Estos poemas logran, el arte mediante, revelar una cara más del hermoso acto de amor. Recuerda, por aquello de que se vive desde las entrañas, a la película de la Pasión. y no dudo en gritar a cuatro vientos que Jorge García-Samartín no es menos que Mel Gibson, cada uno en su disciplina.

A mi tradición de verme esta conmovedora producción cinematográfica se le suma la de rezarme este Viacrucis por el cual me hallo impaciente de que salga también la versión digital.

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